Cuando las emociones nos invaden
El manejo emocional es la habilidad de una persona a la hora de gestionar y canalizar los distintos tipos de emociones, ya sean positivas o negativas.
Sentir una emoción es inevitable (alegría, miedo, tristeza, rabia…) y todo el mundo sabe que eso no se puede cambiar. Lo más recomendable es que cada uno de nosotr@s deberíamos dejar que esa emoción nos invada y poder gestionarla de manera consciente y correcta.
Y es que, ¿sabes lo qué sucede cuando intentamos reprimir una emoción y nos negamos a experimentarla? Ocurre lo inevitable y es que tarde o temprano la emoción saldrá a flote, de la misma forma que pasa con el agua que siempre encuentra salida por la que fluir, y muchas veces con mayor intensidad.
¿Sabes lo qué puede pasar si una emoción nos invade de manera exagerada sin ningún tipo de control, desbordando e invadiendo todo lo que encuentra a su paso? Que esa euforia emocional no es beneficiosa para tu bienestar emocional.
- Identifica qué estás sintiendo y trata de ponerle nombre a esa emoción. Las emociones llevan con nosotros desde la prehistoria, nos ayudan a adaptarnos, solo que no nos han enseñado cómo. Probablemente, esa emoción te esté dando información acerca de cómo están tus necesidades, si las estás cubriendo adecuadamente o no.
- Cubre tus necesidades. Las emociones que calificamos como desagradables nos señalan que, probablemente, alguna de nuestras necesidades básicas esté sin cubrir. Son un mensaje que nos manda nuestro organismo. Emoción en latín significa movimiento, por eso es mejor no bloquear esas emociones, aunque duelan, nos están ayudando.
- Observa cómo te hablas. Trata de cuidar tu lenguaje; cómo nos hablamos influye en cómo nos sentimos. No te compares con los demás, permítete cometer errores y aprender, ignora todos esos “tengo que” o “deberías” que te autoimpones.
- Conecta con el momento presente. Trata de concentrarte en lo que estás haciendo, sin prestar atención a las preocupaciones o tareas pendientes. Desconecta el móvil durante la comida y céntrate en el sabor, en las texturas, de lo que estás comiendo, concentra tu atención en cómo cae el agua cuando te duchas cada mañana o date un paseo al finalizar la jornada.
- Hacer nada también es hacer algo. Vivimos en una sociedad marcada por la productividad y las prisas. ¿Cuándo fue la última vez que te permitiste descansar o aburrirte sin sentirte culpable? A veces necesitamos parar para poder avanzar.
- Mantente activo. No esperes a estar bien para moverte. Al contrario, muévete para estar bien. Busca actividades gratificantes, no tiene por qué ser ejercicio físico, lo que sea que te haga tener tu propio momento de autocuidado.
- Apóyate en tu círculo social. Mantenernos vinculados y desahogarnos con nuestras personas de apoyo son dos pilares fundamentales para regular nuestras emociones y sentirnos realizados.
- Agradece. Al llegar la noche, antes de acostarte, trata de recordar qué tres aspectos positivos destacarías de tu día, qué logros has obtenido o qué emociones agradables has experimentado.
Por: Y. Brito, Psicóloga